La diversidad cultural en el Perú favorece el desarrollo del país debido a las características que presenta como recursos étnicos, sociales, tradiciones, regiones, fauna Y flora. Todo esto hace que el Perú este en los ojos del mundo y atraiga la atención de muchos turistas, empresarios importantes y gobernantes de grandes naciones que ven una gran posibilidad de comercialización y convenios.
La diversidad cultural en el Perú se divide en tres sectores bien definidos. La cultura occidental está presente principalmente en la costa y las grandes ciudades, con ideas y costumbres propias de la persona occidental. Otro sector es la andina en la sierra del país con una región, sociedades y cultura diferentes costumbres, medios económicos y actividades. La selva es el ultimo sector y posiblemente del que menos se sabe, con muchas etnias y comunidades repartidas a lo largo del basto territorio de la selva peruana.
Defensa cultural:
La defensa de la diversidad cultural se basa en el sano equilibrio que debe de lograrse con la ayuda de los diferentes grupos culturales que existen en el mundo, pero sin afectar a terceros o exceptuar alguna cultura. La excepción cultural pone de relieve la especificidad de los productos y servicios culturales, incluido el reconocimiento especial por parte de la Unión Europea, en su Declaración sobre la Diversidad Cultural. Existen alrededor del mundo diferentes organizaciones, como lo es la UNESCO que temen sobre la tendencia hacia una uniformidad cultural, como prueba de ellos se pueden mencionar la desaparición de diferentes lenguas y de dialectos, como lo es las lenguas de Francia sin protección jurídica alguna que haga valer el derecho y que sobre todo realicen su permanencia; también podemos tomar como ejemplo el aumento de la preeminencia cultural de los Estados Unidos a través de la manera en que distribuye de sus productos de cine, televisión, cantantes, accesorios, ropa y productos de comida promovidos por los mismos medios de comunicación.
Identidad cultural:
La identidad es la afirmación, reconocimiento y vinculación con la realidad de los sujetos que se constituyen y forman en las distintas culturas. La identidad nos sitúa respecto del otro, al afirmar la singularidad distintiva con base en la que creamos y recreamos un sistema específico de significación, ya sea personal, comunitario o social, adscribiendo así pertenencia étnica y lingüística; posiciona a los sujetos en un intercambio de prácticas culturales en el que actúan, se relacionan y proyectan. Así, la identidad forma parte de la cultura y a su vez le da sentido y consistencia. Si la identidad parte del reconocimiento de uno mismo, el sentido del yo proporciona una unidad a la personalidad que, para formarse, necesita la presencia del otro que lo transforma y moldea a la vez.
Multiculturalidad:
La multiculturalidad implica la coexistencia de diversas culturas en un determinado territorio y puede entenderse como el reconocimiento del otro como distinto, pero no necesariamente implica el establecimiento de relaciones igualitarias entre los grupos. La historia muestra cómo se ha exigido a los otros desaparecer en tanto grupo cultural, ya sea por medio del etnocidio directo como por medio de modalidades menos violentas, aunque con el mismo objetivo; al respecto, destacan la asimilación y la integración como políticas adoptadas por los Estados nacionales frente a sus pueblos originarios.
Interculturalidad:
Interculturalidad se entiende como un proyecto social amplio, una postura filosófica y un funcionamiento cotidiano ante la vida; constituye una alternativa que induce a replantear y reorganizar el orden social, porque insiste en la comunicación justa entre las culturas como figuras del mundo y recalca la importancia de dejar libres espacios y tiempos para que dichas figuras puedan convertirse en mundos reales. Por ende, la interculturalidad reconoce al otro como diferente. No lo borra ni lo aparta sino que busca comprenderlo, dialogar con él y respetarlo. La existencia de una sociedad intercultural lleva a considerar marcos de convivencia que permitan la comunicación entre individuos y grupos sociales culturalmente diferentes. Sin duda los derechos humanos son el asidero más cercano a estos marcos inacabados, entendidos como una construcción histórico-cultural, al reconocer su instrumentalización imperialista por parte de gobiernos y Estados occidentales, pero potenciando su dimensión ética, en tanto memoria de lucha por los derechos del hombre.
Defensa cultural:
La defensa de la diversidad cultural se basa en el sano equilibrio que debe de lograrse con la ayuda de los diferentes grupos culturales que existen en el mundo, pero sin afectar a terceros o exceptuar alguna cultura. La excepción cultural pone de relieve la especificidad de los productos y servicios culturales, incluido el reconocimiento especial por parte de la Unión Europea, en su Declaración sobre la Diversidad Cultural. Existen alrededor del mundo diferentes organizaciones, como lo es la UNESCO que temen sobre la tendencia hacia una uniformidad cultural, como prueba de ellos se pueden mencionar la desaparición de diferentes lenguas y de dialectos, como lo es las lenguas de Francia sin protección jurídica alguna que haga valer el derecho y que sobre todo realicen su permanencia; también podemos tomar como ejemplo el aumento de la preeminencia cultural de los Estados Unidos a través de la manera en que distribuye de sus productos de cine, televisión, cantantes, accesorios, ropa y productos de comida promovidos por los mismos medios de comunicación.
Identidad cultural:
La identidad es la afirmación, reconocimiento y vinculación con la realidad de los sujetos que se constituyen y forman en las distintas culturas. La identidad nos sitúa respecto del otro, al afirmar la singularidad distintiva con base en la que creamos y recreamos un sistema específico de significación, ya sea personal, comunitario o social, adscribiendo así pertenencia étnica y lingüística; posiciona a los sujetos en un intercambio de prácticas culturales en el que actúan, se relacionan y proyectan. Así, la identidad forma parte de la cultura y a su vez le da sentido y consistencia. Si la identidad parte del reconocimiento de uno mismo, el sentido del yo proporciona una unidad a la personalidad que, para formarse, necesita la presencia del otro que lo transforma y moldea a la vez.
Multiculturalidad:
La multiculturalidad implica la coexistencia de diversas culturas en un determinado territorio y puede entenderse como el reconocimiento del otro como distinto, pero no necesariamente implica el establecimiento de relaciones igualitarias entre los grupos. La historia muestra cómo se ha exigido a los otros desaparecer en tanto grupo cultural, ya sea por medio del etnocidio directo como por medio de modalidades menos violentas, aunque con el mismo objetivo; al respecto, destacan la asimilación y la integración como políticas adoptadas por los Estados nacionales frente a sus pueblos originarios.
Interculturalidad:
Interculturalidad se entiende como un proyecto social amplio, una postura filosófica y un funcionamiento cotidiano ante la vida; constituye una alternativa que induce a replantear y reorganizar el orden social, porque insiste en la comunicación justa entre las culturas como figuras del mundo y recalca la importancia de dejar libres espacios y tiempos para que dichas figuras puedan convertirse en mundos reales. Por ende, la interculturalidad reconoce al otro como diferente. No lo borra ni lo aparta sino que busca comprenderlo, dialogar con él y respetarlo. La existencia de una sociedad intercultural lleva a considerar marcos de convivencia que permitan la comunicación entre individuos y grupos sociales culturalmente diferentes. Sin duda los derechos humanos son el asidero más cercano a estos marcos inacabados, entendidos como una construcción histórico-cultural, al reconocer su instrumentalización imperialista por parte de gobiernos y Estados occidentales, pero potenciando su dimensión ética, en tanto memoria de lucha por los derechos del hombre.
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